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lunes, 27 de septiembre de 2010

extraviando groseramente el camino*

Hace un tiempo comenté al siempre inspirador bloguero, Lizardo Cruzado, que contestaría una pregunta que requería tiempo y reflexión, aunque el caso moviese más al comportamiento pasional y primitivo.
El caso (una niña de dos aos diagnosticada de TDAH y de trastorno bipolar se puede recordar aquí.
Ante la pregunta de ¿Puede circunscribirse la condena, el repudio y el escándalo solamente a la conducta incalificable de los padres ante la muerte de la pequeña Rebecca Riley? La respuesta breve es: posiblemente no.

¿Que llevo al padre a darle medicación en dosis cada vez mayores hasta causarle la muerte? Podemos suponer que el quería que su hija estuviese tranquila y le daba medicina. Cuando quería que estuviese más tranquila, le daba más medicina, y así hasta la muerte de la niña. Si simplemente quería acallarla podría haber comprado heroína y dársela, pero no lo hizo. En su contexto social se sabe que la heroína es droga (drug en el idioma del tipo) y la quetiapina es un fármaco (drug en el idioma del tipo). Se sabe que dar heroína a los niños es malo, pero también se sabe que a un niño enfermo hay que darle medicinas.
El padre se pasó con la dosis. Tomo unas atribuciones, una responsabilidad que no le correspondía y que le vino grande.
Hay una creencia, poco extendida afortunadamente: “los fármacos son inocuos”

¿Por qué el profesional ha detectado que tenía enfermedades? Porque el médico tenía unos conocimientos que se basan en que las conductas son producto del cerebro (esa víscera noble), y el cerebro (e.v.n) producto de una genética que se supone, a pesar de los avances de la ciencia en sentido contrario, inalterable
Las conductas aberrantes son síntomas de una lesión cerebral producida por un gen alterado. Así de simple.
Esas conductas/síntomas están codificadas en manuales y la suma de varios síntomas nos da un diagnóstico que implica un tratamiento
En un esquema: gen alterado -> lesión -> síntoma -> diagnóstico-> tratamiento
Cuanto antes iniciemos el tratamiento farmacológico antes dejará de dar síntomas, cuanto antes deje de dar síntomas mejor adaptada estará y más feliz será su vida.
Así, en el contexto de estas absurdas y simples creencias acientíficas, está justificado el diagnóstico y el tratamiento de una niña de dos años.

¿A quien culpar de que este médico tuviese ese esquema de funcionamiento en la cabeza? ¿a la universidad? ¿a congresos que le entrenaron en ese esquema de trabajo? ¿a un manual diagnóstico que apoya ese esquema simple y absurdo? ¿A una industria que crea fármacos?

Creo que a ninguno de ellos. Diagnosticar a una niña de dos años no lo contemplan los manuales, ni la universidad, ni creo que hagan los fármacos pensando en dárselos a niños de dos años provocando un homicidio involuntario.

Cuando yo era niño aún había madres que untaban el chupete en orujo para que el bebé durmiera. Quizás hubo alguno que falleció...  Hace años que el alcohol era bueno y hacía hombres, ahora toda la sociedad sabe que es fatal para el desarrollo del infante.
La única opción de cambio es la educación de la ciudadanía, de la sociedad, desde la ciudadanía, desde la sociedad.
Reconozco que parece que unas ideas se propagan más que otras, y que un grupo tiene más poder y medios que otro para imponer sus ideas, pero la ley tercera de la física de Newton nos consuela. “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas”.
Así que a seguir haciendo el otro camino.


*el título de la entrada está tomado del comentario de Lizardo Cruzado en su entrada

domingo, 26 de septiembre de 2010

Dualidades

Quizás los orientales se lo toman de otra manera.... En Occidente nos movemos mucho por la percepción de terminos opuestos. En psiquiatría crearon una dualidad entre epilepsia y esquizofrenia. Así dedujeron que si la epilepsia era lo opuesto a la esquizofrenia, si a un esquizofrenico le causaban epilepsia se curaría.
Con este planteamiento tan sencillo decidieron dar alcanfor a los pacientes causándoles convulsiones y vieron que funcionaba, pero debía ser que el alcanfor sabía muy mal porque decidieron inyectarlo en vez de degustarlo. Más tarde decidieron que la electricidad iba mejor para causar convulsiones y surgió la Terapia Electro Convulsiva. Una técnica de mala fama pero con una efectividad altísima en psiquiatría !!!del 72 %!!! (si una moto tuviese éxito al llevarme a los sitios un 72% de veces no me la compraría)

Otro ejemplo de error en dualidades es el que cometieron al dividir las enfermedades psiquiátricas en las que tenían base afectiva o secundarias (psicosis maniaco depresiva) y las que no la tenían (demencia precoz) ese eje de la nosología psiquiátrica se basaba en la idea  de que existía una "paranoia primaria" o "paranoia originaria"  que era una "psicosis funcional simple". Y asi originó Kraepelin su nosología, luego se retracto  (en 1920) pero la división estaba hecha y desde entonces vivimos con esa división.
Esta simplificación rápida de la historia-que ampliaré algún día- viene a propósito de otra dualidad: todos tenemos un lado reflexivo y otro impulsivo. En el examen -oral- estaba nervioso y pudo mi parte impulsiva. Critiqué el DSM (IV), critiqué el diagnóstico en psiquiatría-"al paciente no le sirve"" tenemos un 44% de concordancia" "Kraepelin fallaba como una escopeta de feria"-,  critique el  tratamiento "muy pobre y sintomático", critique la expansión del diagnóstico de trastorno bipolar (que he leído que llega al 10%)... en fin, que llevaba días leyendo opiniones que me habían puesto de mala uva y lo he vomitado todo en un foro que no era el adecuado. Las preguntas concretas las respondí bien y en eso confío....
Como me dijo mi profesor en una ocasión: Joder Miguel, tantos años y todavía no sabes cuando disimular...

sábado, 18 de septiembre de 2010

Cerrado -temporalmente- por oposiciones

Las oposiciones son un sistema absurdo. El no bien ponderado Bartolomé Llopis en este articulo dice todo lo que hay que decir.
Lo único bueno es que estoy leyendo libros que para mi eran desconocidos, con unas teorías aberrantes que memorizaré y después olvidaré . Por ejemplo el problema del diagnóstico y farmacoterapia precoz del trastorno bipolar,  la genetica como base de toda enfermedad mental, el tai, la negación del mundo interno, el adoctrinamiento en la cronicidad... Temas bien tratados en entradas de otros blogs. En los libros que leo ahora creen que los psiquiatras fundamentalistas/biologicistas tienen bolas de cristal... en las que ven el futuro de los pacientes.
Pero mientras haya oposición no hay tiempo de escribir.
Nos vemos a la vuelta.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Procrastinar, que bonito término....

Ha llegado a la psicología una nueva palabra, de sentido certero y delimitado. Equivalente a otras palabras ya en uso pero con un matiz de enfermedad ha llegado el verbo procrastinar. Este término aparece por primera vez en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en la versión del 1992.Viene del latín procrastinare y quiere decir diferir, aplazar. Ese comentario que hacemos todos de “mañana sin falta…” o “en cuanto acabe de leer esto voy a…” es una procrastinación, pero el hecho de ser tan cacofónico (realmente suena mal) hace que, más un aplazamiento, parezca un síntoma psicológico y como tal sea usado.

No me preocupa que exista una nueva palabra. Aparecen y desaparecen las palabras cada poco tiempo. Recuerdo la palabra “carroza” con la acepción coloquial de viejo –recogida en el diccionario de la real academia de la lengua desde 1989- que no ha sobrevivido al paso de los tiempos, y el “molar” que en 1984 aparece como “gustar o agradar mucho una cosa” que todavía perdura. Pero dejando de lado la vida y muerte de las palabras y modismos la aparición de esta palabra concreta me despierta dos dudas: por qué y para qué.

¿Acaso tan prevalente y preocupante es el hecho de procrastinar, que ha requerido la resurrección del término desde el latín, para diferenciar la falla psicológica del hecho normal de diferir, aplazar? Seguro que muchas personas posponen sus obligaciones (posiblemente el 100%, puesto que en este mundo posmoderno todos tenemos más obligaciones que tiempo o memoria), pero ¿tantas acuden quejándose de ello al psicólogo o psiquiatra?

Y esto lo enlazo con la otra pregunta ¿para que esta palabra? Si una persona se queja y dice “vengo por que dejo todo para mañana y nunca hago nada”, El profesional puede decir: “eso es que procrastinas” y ya está. Asunto resuelto. Tenemos un síntoma, un nombre propio de lo que sucede. El paciente puede decir a su familia “No es que deje las cosas para mañana, es que procrastino” y la familia respira aliviada ante esta absurda pero tranquilizadora tautología. Otra opción es que el profesional se interese por la persona y le pregunte ¿y porque cree que deja las cosas para mañana?, y buscar una causa de su dejadez, de su falta de proyección en el futuro, de su vagancia, de su falta de interés en su propia vida, de su “eludir las obligaciones”..., porque procrastinar lo hacemos todos, el motivo difiere en cada uno, quizás sea anemia, apatía, depresión, o miedo a cumplir… Porque un hecho –dejar las cosas para mañana- puede tener muchas causas y diferentes significados para quienes lo practican.

El congelar las acciones en una palabra poco usual o en un diagnóstico sólo tiene utilidad si ayuda en el tratamiento. El resumir en una palabra una conducta sirve para poder decir lo mismo de una manera más concisa y exacta pero le quita la vida y el detalle personal que tiene la explicación de cada caso.

Si procrastino hasta el hecho de que es preocupante para mi vida y he de consultar a un profesional (que lo veo muy raro) deberé de saber la causa, qué significa el hecho de hacerlo, el pronóstico, y sobre todo saber que he de hacer para mejorar. De poco sirve saber el nombre técnico de lo que hago.

A veces para solucionar un problema es necesario trabajar con el “mundo interno” de quien lo tiene, -los recuerdos, las fantasías, las expectativas,…- otras veces basta con “trucos” para sobrellevarlo; pero sólo el diagnóstico, la palabra fría y sonora tiene poco sentido si no va unida a un proceso terapéutico.

Estas palabras raras y feas sirven para crear patologías que no existen, quizás pronto haya un síndrome del procrastinador, un libro a la venta y una pastilla curativa. Los profesionales de la salud mental tenemos pacientes de sobra, no sé por qué se empeñan en preocupar a la población con palabras que suenan a enfermedades inexistentes. Ya tenemos bastantes pacientes…

miércoles, 1 de septiembre de 2010

la television es nutritiva

Un grupo de pop de los 80 llamados Aviador Dro cantaban: “la televisión es nutritiva”.

Puede que tuviesen razón, puede que no. No sé si es o deja de ser nutritiva pero lo cierto es que muchos se alimentan de ella.

La televisión es omnipresente, y omnisciente pues se considera que todo lo sabe. Ante cualquier información que demos, la frase: “lo han dicho por la tele” pone el sello de autenticidad, lo da por cierto. Aunque por la tele se vean conejos que hablan, productos milagrosos que curan todo y el chocolate es bueno si lleva más leche y menos cacao (cuando lo bueno del chocolate es el cacao).Por cierto leer los slogans de los diferentes productos que algunos asustan.

Un ejemplo de desinformación peligrosa es que una adolescente, seguidora de series de televisión, me dijo que el sida no se transmite por besos en la boca, que lo habían dicho por la tele. Así que tuve que explicarle que el beso social – el de saludo- tiene un riesgo cero y el beso en la boca –también llamado húmedo- tiene un riesgo muy bajo pero no de cero (de hecho se ha constatado un caso), que aunque hubiesen dicho por la tele que no pasaba nada, era un dato erróneo y además falso. Le explique que la serie “física o química” no es una serie informativa, ni mucho menos educativa. Cuando vio en Internet, la información del sida, y el riesgo de transmisión por “beso húmedo” se convenció.

Respecto a la salud, comentar que en el número de diciembre de Archives of Internal Medicine, publicaron que reducir el tiempo frente a la televisión a la mitad podría ser la solución para evitar la plaga del siglo XXI, la obesidad.

Además, ver demasiada televisión de niño predispone a tener una peor salud de adulto. Un estudio neozelandés confirmó que pasar más de dos horas diarias ante el televisor durante la infancia y la adolescencia da como resultado un peor estado de salud al llegar a adulto. Hicieron un estudio prospectivo a mil chavales desde los tres años hasta que cumplieron los 26. Tras descartar otros posibles factores causales, culpan al matar demasiado tiempo frente a la televisión de un 17% de los casos de obesidad, de un 15% de los niveles altos de colesterol, de un 17 % del tabaquismo y de un 15% de la deficiente forma física.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), "Cada hora de consumo de televisión en niños entre 1 y 3 años incrementa un 10% las probabilidades de presentar trastornos de atención a la edad de 7 años. Esta cifra aumenta al mismo tiempo que lo hacen las horas de consumo de televisión". Esa controvertida enfermedad de déficit de atención –al que habrá que dedicar un artículo algún día- parece que podría tener parte de su causa en ver la televisión.

Y por si esto fuese poco el estar delante de la televisión nutriéndonos de dudosos conocimientos en el Archives of General Psychiatry de febrero del 2009 publicaron un estudio impecable. Tomaron a 4.142 adolescentes quienes inicialmente no eran depresivos. Después de 7 años de seguimiento 308 (7.4%) reportaron síntomas de depresión. Al controlar factores aquellos que informaron de un mayor uso de televisión tuvieron probabilidades mayores de desarrollar depresión. No hubo relación entre el desarrollo de los síntomas depresivos y la exposición a vídeos, juegos de ordenador o a la radio, pero si con la televisión.

De momento queda demostrado que ver la televisión favorece la obesidad, empeora la salud física, favorece la depresión,..

En otros artículos hemos visto que el tiempo para la reflexión y el cuidado personal, el deporte y las relaciones sociales son positivos para la salud física y mental. El tiempo que dedicamos a escuchar como Belén Esteban grita por defender a su hija es tiempo que no dedicamos a la reflexión y el cuidado personal, el deporte y las relaciones sociales. Pero no sólo es un tiempo que no aprovechamos para estar mejor. Es un tiempo que ayuda a que nos encontremos peor.
La televisión es nutritiva, pero es comida basura.
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