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jueves, 8 de septiembre de 2011

La blandita memoria

La memoria es importante. Nos aporta datos, nos dice quienes somos, de donde venimos, como han sucedido cosas, que ha pasado en otras ocasiones al realizar determinada acción. Nadie tiene una memoria perfecta. Borges en un relato (Funes el memorioso) contaba que cuando este personaje, de memoria perfecta, rememoraba lo hecho el día anterior tardaba un día entero en recordarlo. Es curioso cuando recordamos cosas que no hemos visto. En Holanda hubo un terrible accidente de avión. No se emitieron imágenes de la catástrofe, pero después había gente que recordaba haber visto imágenes en la televisión, recordaba incluso detalles
Los recuerdos no están grabados en piedra en nuestra memoria. Son más como figuras de papel complicadas de realizar, y cada vez que recordamos algo es como si las desdoblamos y las volviemos a doblar las modificamos. Les quitamos detalles, les añadimos detalles,... estos añadidos y estos olvidos no son mediados por nuestros pensamientos o nuestra voluntad, sino por nuestros afectos. Por eso cuando estamos contentos recordamos cosas agradables y nuestra vida es ha sido y será maravillosa y cuando estamos tristes vemos nuestra vida como una retahíla de fracasos.


Han existido varios experimentos célebres con la capacidad para trastocar nuestra memoria. Por ejemplo en 1974 tomaron a 45 personas y les proyectaron la película de un accidente de coche. Después los dividieron en cinco grupos y por separado se les pidió estimar la velocidad de los coches. El truco está en en cada grupo la palabra utilizada para describir la acción del coche fue distinta. A unos les dijeron que calcularan la velocidad a la que el coche se había golpeado (hit), a otros estrellado (smashed), colisionado (collided) rebotado (bumped) o tocado (contacted)
Aquellos cuyas preguntas utilizaban palabras más fuertes, más contundentes (que en inglés es hit), dijeron que los coches iban 20 Km/h más rápido que aquellos cuya palabra fue el equivalente a "tocado"
Una semana más tarde se les preguntó a los participantes si recordaban haber visto vidrios rotos en la película. Aquellos a los que les habían preguntado con palabras más contundentes, los recordaban. Pero en la película no había ningún cristal roto. Así que algo tan sutil como un término descriptivo en una pregunta puede modificar los recuerdos.
Otra manera de provocar falsos recuerdos es mediante la hipnosis. En 2003, Mazzoni y Memon (dos psicólogos italianos) pidieron a los participantes en un experimento que, bajo hipnosis, recordaran que un dentista les extraía un diente antes de los seis años, y que una enfermera escolar les extirpaba un trozo de piel del dedo meñique antes de los seis años.
Previamente sabían que ninguno de los participantes había sufrido la segunda experiencia, a ninguno les habían tocado la piel del dedo. Esa era la realidad. De hecho, les preguntaron y antes del experimento nadie recordaba que una enfermera escolar les hubiera extirpado piel de su dedo pequeño. Sin embargo, tras la imaginación, muchos participantes indicaron recordar la extirpación de piel. Así de sencillo fue crear un recuerdo. Es lo mismo que esa anécdota de nuestra infancia que nuestra familia nos cuenta una y otra vez. Llega un momento en el que la recordamos, aunque por nuestra edad sea imposible tener memoria de ese momento
La memoria es muy blanda. A veces cuando narramos un hecho que aconteció no tiene nada que ver con lo que otros testigos del mismo hecho recuerdan. Otras veces confundimos lo real con lo onírico, esa pregunta de ¿esto lo recuerdo o lo he soñado?, otras simplemente no recordamos nada de aquello que sucedió (según nos cuentan). Como decía Nietzsche: “La memoria y el orgullo peleaban: la memoria sostenía que había sucedido y el orgullo que no podía haber sucedido así. Se miraron... ¡y la memoria se dio por vencida!”
Los recuerdos de nuestra vida son nuestra manera de contar nuestra historia. Los recuerdos están basados en hechos reales, pero no son hechos reales per se.

La imagen como siempre de Joan Costa en http://www.recorreribiza.com/2011/09/cala-corral.html

1 comentario:

pere dijo...

Ay ! ¿de qué vivirían los políticos si funcionara nuestra memoria?

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