Nadie nace sabiendo leer, requiere un aprendizaje largo y difícil que precisa de un “reciclaje neuronal”. Hay que tener en cuenta que la escritura fue creada por los babilonios hace tan sólo 5.400 años y el alfabeto apareció hace 3.800. Nuestros ojos y nuestro cerebro esta preparado para existir hace 30.000 años, época en la que no existía la lectura. Parece ser que la capacidad de lectura se consigue uniendo funciones previas de nuestro cerebro y reforzando las conexiones entre distintas zonas.
Casi seguro que han leido alguna vez un texto que dice: “Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea”.
Si leer fuera un proceso mecanico en el que vemos cada letra y pensamos: "la ese con la e: se; la g con la ú con la n: gun; por lo tanto se-gún" es decir, si se leyese de manera literal, dotando a cada pequeña mancha de tinta (letra) de un sentido y recordando cada grupo de manchas asociándolas a un concepto, el texto que hemos tomado como ejemplo sería ilegible.
Pero leer no es sólo asociar signos a conceptos. También ponemos un sonido que sólo escucha nuestra mente, -aunque al inicio cuando aprendemos a leer leemos en voz alta-. También aplicamos unas normas -denominada estructura gramatical-, que hace cobrar sentido al texto entero. Podemos diferenciar la frase: "perdón imposible, cumpla el castigo", de la frase: "perdón, imposible cumpla el castigo" por la estructura.
Así de sorprendente es algo tan sencillo, en apariencia, como leer.
Por motivos de tamaño del ojo no vemos el texto en conjunto. La parte del ojo que ve con más nitidez, la fóvea, sólo capta un campo visual de entre siete y nueve letras a la vez. Y además aunque parezca que al leer llevamos una línea recta y continua leemos en “sacadas”, en movimientos rápidos del ojo de uno a otro lado.De hecho algunas escrituras antiguas como la griega, se escribian en bustrófedon, una línea de izquierda a derecha y la siguiente en sentido contrario
Sabiendo que nuestro cerebro no lee un texto literalmente porque no vemos más que unas pocas letras cada vez y no mantenemos el orden al seguir las líneas: ¿como leemos?¿como realizamos todas la tareas de ver letras, dar sonido, significado y estructura a la vez?
Pues con trabajo en equipo de muchas partes del cerebro y una gran imaginación.
Hace más de 150 años que se asocia una región del cerebro llamada giro angular con la capacidad de lectura. Se pensaba que el giro angular asociaba de manera especifica las formas de las palabras (la imagen) con sus sonidos y con sus significados. Recientemente se ha verificado que leer implica conexiones fuertes entre cinco áreas de materia gris. Particularmente el giro dorsal occipital (implicado en el procesamiento de imágenes) y el giro supramarginal (implicado en el procesamiento de los sonidos), pero las conexiones más importantes parecen ser las del, ya conocido, giro angular. Lo que se ha descubierto recientemente es la función de esta zona. El giro angular no tiene una función tan exacta como se pensaba. Parece ser que su función es la de suministrar predicciones de lo que el cerebro espera ver. Hacer "aproximaciones" de lo que esa masa de simbolos graficos quiere decir. Vemos trocitos y lo que esta en medio lo imaginamos.
Así pues, cuando leemos primero imaginamos lo que vamos a leer, “deliramos” sobre el texto que estamos leyendo, y si tiene sentido lo imaginado con lo que vemos claro, seguimos adelante. Por eso se pueden leer párrafos como el de “Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea,....”, por que la percepción -incluso la lectura de un texto escrito- no es exacta, ni totalmente fiable, tiene un componente de delirio y fantasía
Publicado en el prensa pitiusa 205 (con otro título)
6 comentarios:
La tan traida y llevada ruta visual, que es pura imaginación, predición e ilusión. Si imaginar somos torpones, insulsos, sin imaginar somos máquinas. ¿Estaba o no estaba delirando el tipo que dijo o imaginó que iríamos a la Luna?.
Saludos
Olé, olé y olé!!! Pedazo post Miguel!! Ahora entiendo porque durante los ingresos mis terapéutas interpretaban como síntoma que leyera tanto y TAN RARO. No es broma, un psiquiatra (de los mejores que he tenido durante aquellas experiencias llegó a exclamar: Es que no puedes leer algún libro normal!!! Al parecer que me guste Dostoievsky, Auster o Chateubriand (que era a quien leía en aquella ocasión) es una rareza que ya en aquellos tiempos (aunque intuyo que por otros motivos) era considerada como parte de mi delirante idea de llegar a ser escritor. Como me dijo otra doctora durante un ingreso: Raúl, no pienses, si quieres salir de aquí simplemente obedece.
Un abraçada maco!!
si no lo leo no lo creo...que bueno!
Genial, Miguel. Es un txeto cjonoudo, cmoo no pdoía ser de orto mdoo.
Bseos y arbaozs.
Muchas gracias por los comentarios. El tema de la percepción y el delirio da para mucho. Seguiré en ello.
Por cierto me comentó mi esposa: "que curioso, de siete a nueve letras, lo mismo que el número de dígitos que podemos memorizar en la memoria a corto plazo" Da que pensar....
Besos y abrazos compañeros.
Hola, Miguel. Soy Sergio Oliveros, psiquiatra de Madrid. Leí en su día este post y desde entonces te sigo regularmente. Me encantó y disfruto leyéndote. Hoy he publicado el primer post de mi nuevo blog y he tomado tu idea para hacer la introducción. He citado tu nombre y el de tu blog. Enhorabuena y espero que sigas así. Un abrazo
Publicar un comentario