En un artículo anterior comentamos la importancia de la crianza en un ambiente afectivo para el desarrollo madurativo del bebe, y como la privación sensorial y afectiva genera la perdida de capacidades afectivas, intelectivas y motoras. También mencionamos una escala creada por Antoine Guedeney, psiquiatra y psicoanalista infantil para medir el riesgo de mal desarrollo afectivo del bebe, la ADBB, (“alarm distress baby scale”, o “escala: bebé en apuros). Prometimos desarrollar en cierta extensión los ocho ítems que explora dicha escala y aquí los detallamos
El primer aspecto que se valora es la expresión facial del bebe. Un bebe sin estrés, el que tiene capacidad de recibir afecto y lo recibe, tiene movimiento espontáneo en su gestualidad, su rostro es expresivo y hay cambios de expresión, se le ve poner caras y gestos que denotan que “pasan cosas”, para el extrañas. En el otro extremo está el que no puede o no recibe afecto con un expresión ausente, bloqueada, y fría. Aunque esto parezca que son diferencias sutiles recuerdo un video muy revelador sobre las maniobras con prematuros en incubadoras cuando eran realizadas por personal cuidador y entrenado y cuando eran realizadas por personal sin entrenar y con poca afectividad. Las posturas, y gestos de los bebes evidenciaban cuando se encontraban a gusto y cuidados y cuando estaban siendo tratados de una manera mecánica, carente de cuidado.
Otro ítem que se explora es el contacto visual que el bebe guarda con su madre. Al llegar a ciertas semanas de edad existe un contacto visual espontáneo, fácil y prolongado, el niño busca la mirada de la madre y ser mirado por la madre. La graduación desde normal a alarma pasa por cuatro ítems más para llegar al total rechazo al contacto visual, que nos debe poner alerta de que al bebe le pasa algo –siempre que aparezcan más ítems-.
Los bebes con problemas en su desarrollo emocional, se muestran inmóviles y bloqueados, en su actividad corporal, no responden a ningún estímulo y además no buscan estímulos. Por el contrario el bebe sano tiene movimientos frecuentes por iniciativa propia.
El cuarto ítem a valorar es la presencia de movimientos dirigidos hacia su propio cuerpo, (jugar con sus dedos, manos, cabello, succión del pulgar, toques repetidos, comparado con el resto de movimientos y sin buscar un sentido de juego y placer. ...) de forma automática, sin busca de placer, y comparándolo con la actividad mo-tora general. Con esto quieren decir que si un niño se toca los dedos o se chupa el pulgar pero lo hace con disfrute, jugando, y realiza otros movimientos diferentes a lo largo del día no tiene ninguna importancia ni influencia en la valoración del nivel de desarrollo emocional. Pero si el niño se golpea la cabeza con su mano, de manera repetida, sin encontrar placer en ello y es el único movimiento que realiza es un signo de mal desarrollo evolutivo.
El hecho de que lloré o grite ante una sensación desagradable, o que tenga balbuceo, risa gorgojeo y chillidos agudos de placer también es un signo de buen desarrollo. Ese chillido tan agudo del bebe cuando algo le gusta es un predictor de salud, como es la risa sana en el adulto. Pero el bebe silencioso, que no llora ni grita, que no emite esa enorme variedad de sonidos que salen de la boca de un bebe cuando descubre que puede hacer ruidos nos debe poner en alarma de que algo no está en el buen camino. Y en estos sonidos también se debe valorar si son adecuados o no. Con adecuado me refiero a que se ría o lloré acorde con lo que está sucediendo.
La capacidad para relacionarse con otras personas además de cuidador inicial también es valorado en esta escala. Cuando un bebe está en un lugar normalmente se centra en la persona que le cuida y también explora el ambiente. Si otra persona, menos conocida como puede ser el pediatra que está evaluando, se acerca al niño, este en un inicio tiene cierto “susto”, una fase inicial de ansiedad, pero luego ya se establece de forma manifiesta la relación. El niño te evita, o te mira y se queda sorprendido, o llora al ver que te acercas, pero se establece una relación. Lo que nos pone en aviso de que algo sucede es cuando el niño simplemente “pasa”. No le importa que haya más personas allí y permanece inmutable ante los cambios en el ambiente.
El último ítem que se valora es subjetivo: el sentimiento de placer que proporciona el contacto con el bebé. Hay bebés que inspira un sentimiento de interés, de placer, que dan ganas de hacerles caras y decirles tonterías, pero en otros casos, pocos, el encontrarte con el bebe es una sensación frustrante, da la sensación de estar ante un niño inaccesible con una falta de interés del niño por el medio que nos hace sentirnos alejados de él. Esto en los casos graves.
Estos son, de manera sucinta, los ocho ítems que se valoran desde 0 el niño sano hasta 4 el extremo opuesto que he explicado en cada ítem. Las principales razones por las que un niño puntúa elevado es o bien porque no recibe los estímulos adecuados desde el medio por falta de contacto con los cuidadores, que se puede remediar con buena voluntad y un profesional, o bien el niño tiene algún tipo de carencia sensorial en cuyo caso cuanto antes se ponga remedio mejor es el pronóstico. Para ampliar información la escala completa podéis leerla completa en www.adbb.net/ en ingles y francés y en breve se publicara en el fondo documental de www.adisamef.com en castellano.
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