Páginas

jueves, 5 de agosto de 2010

la terapia de la violencia y la violencia de la terapia

Recientemente fui a Valencia a unas conferencias organizadas por el Centro Reina Sofía de prevención de la violencia. Unas charlas con el título de” Terapia breve: maltrato infantil y familia”.
La ponente era una persona muy cercana a la clínica, volcada al trato con los pacientes y la docencia, lo que hacía las jornadas especialmente interesantes. No venía una investiga-dora que vive en una torre de marfil, sino la directora del Centro Latino de Terapia Breve, del Mental Rese-arch Institute (MRI) de Palo Alto (California), una de las mecas de la psicoterapia, cuna de la psicoterapia breve y las teorías de la comunicación.
La charla fue eminentemente práctica, basándose en la presentación y discusión de casos clínicos. Los pro-fesionales enviábamos por mail los casos clínicos con antelación; la ponente se los estudiaba y los comentaba en grupo. La exposición de los casos y el enfoque que ella les daba, desde su perspectiva, fue preciso, original y enriquecedor.
Lo que me preocupó fue que la audiencia, formada por profesionales de distintas aéreas, -trabajo social, educadores sociales, psicólogos,...- a la hora de hablar de los casos tenían más dudas sobre el funcionamiento institucional que sobre el paciente o cliente, como le llamaban. Dejaban a la ponente sola hablando del paciente y entre ellos se preguntaban sobre la financiación, dependencia de organismo, relaciones interinstitucionales, competencias, flujo de pacientes, ratio de cuidadores,... una terminología basada en la ges-tión, más preocupada por la institución que por la relación con el paciente/cliente.
Me chocó, y me preocupó que los profesionales de la sala, -que se dedicaban a tratar a las víctimas de la violencia y los violentos-, ante un caso clínico discutido se centraran en las estadísticas de los comportamientos violentos, en las vagas generalizaciones. Preguntaban donde derivar, a quien avisar, las responsabilidades legales y el código civil, las conductas más frecuentes en ese rango de edad en vez de preguntar por el proceso de escucha, cómo conseguir aliviar el sufrimiento del paciente, como cambiar la tónica de relaciones abusivas.
La ponente intentó llevar la discusión hacia el paciente y su relación con él, pero fracasó. Y allí fue donde la discusión se hizo más extraña. Mientras la ponente hablaba de la individualidad de cada caso el público asistente hablaba de estereotipos. Si es una mujer, de tantos años, con tantas relaciones previas, que ha sufrido tal cosa tenemos que llevar a cabo esta técnica y si no funciona aplicar este criterio. Hablaban de estrictos manuales en vez de hablar de una relación terapéutica, comprensión y escucha.
Esta situación trajo a mi memoria a Procusto, un posadero de la mitología griega. En su posada había una sola cama que hacía que los clientes encajasen en ella: si el cliente era más pequeño la cama le estiraba los huesos hasta matarlo, si el cliente era más largo le cortaba los pies, la cabeza, o ambos, y si era del tamaño adecuado la cama se lo tragaba. Procusto se enriquecía quedándose con el equipaje del cliente.
Me preocupó que un tema tan problemático y difícil como el tratamiento de los violentos y sus víctimas acabe siendo una cama de Procusto en la que caen las personas que sufren, los casos individuales. Pensé que los protocolos y criterios diagnósticos que sirven como guía y orientación de un proceso terapéutico habían sustituido al proceso terapéutico. Como si conocer un plano esquemático de Ibiza fuese conocer Ibiza
Afortunadamente después de la conferencia, -de la que salí bastante irritado- había quedado a cenar con unos amigos –psicóloga ella y psicoterapeuta él- que venían del congreso mundial de psicoterapia celebrado en Los Ángeles. Este congreso se celebra cada cinco años, con las máximas figuras de cada tendencia de la psicoterapia actual: biologicistas, psicoanalistas, conductuales, cognitivos,... Me dijeron que, en ese foro, las últimas tendencias son basarse en la compasión, el encuentro con el otro y la búsqueda, mediante las neurociencias, del alma humana.
Por cierto una de las versiones de la posada de Procusto dice que cerró cuando el héroe Teseo empujó al posadero a su propia cama.

2 comentarios:

Antonio Olives dijo...

El enfoque del MRI es utilísimo, original y creativo, pero corre el peligro de convertirse en un libro de recetas en manos de algunos profesionales (de hecho una supuesta evolución del MRI, la de Nardone, tiende precisamente a eso, a protocolizar el MRI matando la originalidad y creatividad propia del modelo). El panorama está lleno de profesionales deseosos de encontrar esos libros de recetas en los que metas al cliente por un lado y te salga la intervención por el otro, perdiendo así la curiosidad (creo que la mejor cualidad de un terapeuta) y todo lo que tenga que ver con la relación (la investigación demuestra una y otra vez que es el aporte más decisivo en el proceso terapéutico).

Así están las cosas. Suerte que hay gente que es capaz de percibir lo absurdo de esa visión.

Miguel dijo...

totalmente de acuerdo con que es la investigación sobre la persona lo terapéutico. La reflexión sobre el mundo interno del otro -con unas bases teóricas-, el ayudar a darse una visión de su vida sin obligarle a pasar por tu modelo teórico.
Aqui se puede dar un salto a la "fisiologia ficción" y pensar que las neuronas espejo - si existen- tienen que ver con el cambio del paciente, si el estructurar su mundo en la cabeza del terapeuta ayuda al pacinete a estructurar su mundo,... ahora bien, "fisiologia-ficción"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Licencia de Creative Commons
psiquiatriapitiusa.blogspot.com/ by Miguel Ruiz-Flores Bistuer is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Based on a work at psiquiatriapitiusa.blogspot.com.
Permissions beyond the scope of this license may be available at http://psiquiatriapitiusa.blogspot.com/.